lunes, 30 de diciembre de 2013

Proporciones



-  A ver, Xuan, ¿qué vas llevar hoy?

- Pues lo de siempre por estas fechas, ya sabes, medio quilo de ilusión y otro medio de escepticismo.

-  Ahí, ahí, Xuan, no hay que perder les buenes costumbres, ¿póngotelo por separao?

-  No, mejor todo junto y bien mezcladín que lo quiero pa engordar el caldo del pote, ya sabes, con les fabes, les berzes, les patatines y un chorizu caseru. ¿A cómo me los dejas hoy?

-  Pues verás, por ser les feches que son la ilusión no te la voy cobrar. Pero el escepticismo voy ponételo al preciu del azafrán, pa que lo tengas en lo que val y pa que lo vayas echando de a poco en poco, que dé sabor al caldu pero que no lo domine del todo, tú ya me entiendes.

-   Entendido, maestro, pero entonces mejor no me lo mezcle, que a ver luego como discrimino.

-   Esu ta fechu, Xuan, aquí tienes: en dos bolsuques diferentes pa que no te confundas y acabes estropeando el guiso.

-   Gracias, jefe. Pues nada, hasta el año que viene entonces.

-   Hasta el añu que vien, Xuan, ¿quies que te guarde algo?

-   Pues de lo bueno lo de siempre y de lo demás ya iremos viendo.

-   Adios, Xuan.

-   Adios, maestro.




Feliz año y felices proporciones, compañeros.

lunes, 23 de diciembre de 2013

sábado, 14 de diciembre de 2013

Mariposas y caracoles








Recuerdo que allá en las primaveras de la infancia más de un día llegué con retraso a la sesión vespertina del colegio por culpa de las dichosas mariposas que salían a mi encuentro y me liaban con el tira y afloja de su vuelo; y con aquel parpadeo seductor antes de alzarse. 

Ahora, más allá de la primavera las he buscado hasta las postrimerías mismas del verano con todo mi detenimiento, con mi reconcentración más absoluta, y en su lugar solo he encontrado caracoles.  

Puede ser que el celofán con que envolvemos el núcleo duro de nuestra niñez haya aumentado el número y variedad de aquellas mariposas. O también que nuestros pesticidas las hayan confundido más aún que los quiebros de la memoria. Pero es sabido que todo hallazgo es extensión del instrumento con el que procedemos a su búsqueda. Por eso lo que más me preocupa a estas alturas es qué estrambótica gimnasia habré de practicar para atraer de nuevo a esas dichosas mariposas.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Contemplativa a contrapie



     Hay imágenes en las que lo fotografiado se impone sin contemplaciones. Son, por ejemplo, aquellas donde la belleza se cobra el tributo que no sabremos ni querremos negarle. O también aquellas otras que contienen las claves narrativas de un tiempo que excede al instante fotografiado. O las que siguen a la vez que conforman las convenciones artísticas, el culto a la oportunidad, la necesidad del recuerdo. En tales casos el fotógrafo es el intermediario que aporta su habilidad técnica y un gramo de intuición para alcanzar la máxima fidelidad a lo percibido, o mejor aún, a lo sentido, lo cual no es tarea menor.
      Pero hay otras ocasiones en las que es el contemplador quien delimita la imagen contra lo evidente, y trata de anteponer su mirada propia a la colectiva que a menudo lo instrumentaliza aunque sea con la mejor de las intenciones. Es esta una mirada que suele tender al margen; una mirada que no busca puntos de vista ni de apoyo, sino puntos de inflexión; una mirada que no solo gusta de extraviarse sino que con frecuencia es directamente estrábica. Antes que capturar el instante decisivo, pretende este fotógrafo pillarlo a contrapié. Su foto es la del antes y la del después, la foto de lo que no sale en la foto.
      Estas dos categorías no se excluyen en absoluto. Se puede ser uno u otro fotógrafo alternativamente, e incluso en ocasiones ambos a la vez. 

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